DOD Blueprint https://dod.mmediaweb.com Sun, 25 May 2025 18:50:23 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 Los Pueblos Originarios – Honoring the Dead https://dod.mmediaweb.com/los-pueblos-originarios-honoring-the-dead/ Tue, 12 Oct 2021 18:39:41 +0000 https://dayofthedead.com/?p=3212  

Vigil of the Little Angels ceremony, Janitzio, Michoacán

Photo by Mary J. Andrade

Sept. 17, 2021- Nov. 22, 2021

The Mexic-Arte Museum is beyond proud to announce the recent acquisition of the The Mary J. Andrade Passion for Life, Day of the Dead in Mexico Photography Collection.

Mary J. Andrade is a prominent figure in the study of Day of the Dead and has documented the celebration in different states of the Mexican Republic from 1987 to 2016.

Mary J. Andrade, Cultural Advisor for the Disney Pixar Oscar Winning Movie “Coco,” began researching Day of the Dead in 1987 in Janitzio, Michoacan. Since then, Mary has covered a different state of the Mexican Republic each year, gathering information and taking photographs of the celebration of this pre-Hispanic tradition known as Day of the Dead, a tradition that has evolved through the centuries and has become an integral part of the Mexican spirit and culture.

The exhibit features photographs of various areas of Mexico and  how this age-old tradition is celebrated in distinct communities.

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Pan de Muerto https://dod.mmediaweb.com/pan-de-muerto/ Thu, 15 Oct 2020 22:55:09 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3178
Pan de muerto.
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Tulum, Fortaleza amurallada en el Caribe Mexicano https://dod.mmediaweb.com/3139-2/ Thu, 08 Oct 2020 21:15:42 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3139 Texto y fotos por Mary J. Andrade

La enorme fortaleza amurallada de Tulum está localizada a 131 kilómetros de Cancún y a 251 kilómetros al norte de Chetumal, capital del estado de Quintana Roo. Es uno de sitios arqueológicos más dramáticos del Mundo Maya.

“El nombre de Tulum se le dio a principios del siglo XX, por los muros que rodean al lugar en tres de sus lados, al parecer, ya que Tulum significa en maya ‘cerco, seto o muralla’. Se considera, además, que su nombre original fue zama, que quiere decir ‘amanecer’, lo cual concuerda con la situación geográfica de la ciudad, desde el cual se aprecia, diariamente la salida del sol.

La ciudad prehispánica se encontraba construida sobre un acantilado frente al Mar Caribe; sus restos se extienden seis kilómetros a lo largo de la costa.El centro de la zona está protegido por la muralla y lo forman edificios públicos-administrativos, cívicos y religiosos. La muralla corre por los lados norte, sur y oeste; en tanto que por el lado este limita con el mar.

Como resultado de varias investigaciones se sabe que la ocupación de Tulum ocurrió en el periodo Postclásico Tardío (1200-1521 D. de C.)

Durante su apogeo, Tulum fue un importante punto costero que vinculaba el comercio marítimo con el terrestre, el cual llegó a desempeñar un papel preponderante en su economía. En eta ciudad maya se desarrolló una fuerte actividad comercial tanto a nivel regional como con lugares distantes.

Construcciones pequeñas, de menos de un metro de altura y planta cuadrada, los cuales son muy comunes en sitios de la costa oriental, se cree que eran utilizados para la colocación de sus idolos.

El Templo del Dios Descendente, “se encuentra hacia el lado norte dentro del recinto, consta de una plataforma que sostiene un templo de una sola pieza o crujía, que muestra banquetas adosadas en sus muros laterales, algunos con restos de pintura a manera de decoración; su acceso es mediante una escalera limitada por alfardas. En su fachada tienen un nicho sobre el acceso donde se observa nuevamente la deidad descendente”. Información reproducida de una miniguía publicada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

A su llegada los españoles enconcontraron en Tulum una ciudad completamente abandonada, los primeros en llegar a la peninsula de Yucatán fueron dos náufragos, el uno conocido como Jerónimo de Aguilar y el otro fue Gonzalo de Guerrero. Ellos establecieron contacto con los nativos, por lo que se ha llegado a considerar a Gonzalo de Guerrero como el padre del mestizaje, por la union de la sangre europea e indígena.

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Tradiciones mexicanas representadas en el arte popular https://dod.mmediaweb.com/tradiciones-mexicanas-representadas-en-el-arte-popular/ Mon, 05 Oct 2020 20:22:00 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3130 Texto y Fotos por Mary J. Andrade

Published in La Oferta Newspaper

Don Pedro Linares

Ciudad de México, octubre 16, 1991 – En el libro “Tesoros Populares de México” publicado recientemente y que presenta casi 50 años de actividad de Nelson Rockefeller como coleccionista, se encuentra reproducida en la página 141 la Chichtuilotera de Miguel Linares. La chichtuilotera es una vendedora de pájaros (calavera), con su pequeño hijo (calaverita) en la espalda, sostenido por un rebozo.

Los Linares se han inspirado en las actividades diarias de los habitantes de la ciudad y en sus exposiciones de Día de los Muertos rinden homenaje a los personajes regionales que van desapareciendo, ante el empuje de una vida más agitada.

Al terminar la temporada de muertos, se inicia otro periodo de creatividad para ellos: el de la Navidad, los nacimientos y la famosas piñatas consumen largas horas de producción de toda la familia. “Antes se hacían las piñatas sobre una olla de barro. Se les ponía una cabeza, las manos y los pies se hacían de papel. Las cabezas las diseñábamos nosotros y eran esas caretas, las que salíamos a vender en las calles”, recuerda don Felipe sin detenerse en su trabajo.

Felipe Linares

La demanda de cada temporada pone a trabajar a los miembros de esta familia de 12 a 14 horas al día, En la actualidad solo aceptan órdenes y las piñatas sirven más bien de adornos en establecimientos exclusivos.

Exposiciones del trabajo de los Linares se pueden encontrar en galerías y museos de varias ciudades norteamericanas. En el Museo Pompidou de París, existe una colección permanente del trabajo de don Pedro, sus hijos y sus nietos.

El taller de la familia Linares está ubicado en el tercer piso de la vivienda que ellos ocupan. “Se llega él subiendo por una escalera de metal. Don Pedro, a pesar de sus 85 años, la sube con mucha ligereza, tal parece que la perspectiva de dedicarse a crear pone alas en sus pies.

Alas, colas, caras traviesas y miradas pícaras son sinónimos de sus alebrijes. Sus figuras hacen detener al turista que distraídamente recorre las boutiques de uno de los sectores más exclusivos del Distrito Federal: la Zona Rosa.

Es indiscutible que el movimiento y la picardía que se observa en los alebrijes persiguen al que cae bajo su hechizo.

Fotógrafo ambulante.

Pero, si el gusto del coleccionista es más fuerte, entonces lo ideal es arribar a la Ciudad de México en temporada de muertos y comprar una de sus calacas. Cada año ellos crean figuras originales: si Ud., amigo lector, tiene la intención de adquirir una es mejor que se apresure y llegue antes de que le gane la delantera un museo extranjero y lo deje con las manos vacías.

Diseñado en papel maché, el trabajo de don Pedro Linares y su familia es presentado en museos nacionales e internacionales, como una muestra de la creatividad de estos mexicanos, quienes por años han dado paso libre a su imaginación, creando figuras que van desde lo extremadamente cómico hasta lo grotesco, dependiendo de la temporada en que se encuentren.

Nativo de la Ciudad de México, don Pedro Linares de 85 años de edad, patriarca de esta familia de artesanos, recuerda los años difíciles cuando para ganarse el sustento, complementaba su trabajo de albañil con el de hacer figuras especiales de Judas para la Semana Santa y de piñatas para la época navideña.

Los Judas, una tradición que se va perdiendo, consistía en figuras  gigantes hechas de cartón, que se confeccionaban representando generalmente a un político, que precisamente por la naturaleza del personaje, se convertía en sinónimo de la traición a las esperanzas puestas en él por el pueblo. El Sábado de Gloria, a las diez de la mañana, este personaje era quemado ante la mirada alborozada de grandes y chicos.

Esta tradición, en la cual participaban los dueños de los negocios, ya que eran ellos quienes compraban las figuras llenas de cohetes, está declinando, en primer lugar, por el alto costo que demanda su confeción y por la prohibición dada por la Ciudad de que se quemen en público.

Calacas.

Desde su casa en el barrio de San Nicolás, localizada detrás del Mercado Sonora en el Distrito Federal, lugar donde ha vivido toda su vida, don Pedro ha visto declinar muchas tradiciones, al mismo tiempo que la necesidad de subsistir y su imaginación lo llevaban a crear figuras originales; diseños que han llegado a exhibirse en museos y galerías de arte.

Don Pedro, quien aprendió el trabajo de su padre, José Dolores Linares, nativo del Estado de México, ha transmitido sus conocimientos y creatividad a sus hijos Enrique, Felipe y Miguel y a sus nietos Leonardo, David y Felipe. En la actualidad son tres generaciones que laboran íntimamente unidas, en un proceso de creatividad intenso frente a la demanda del público.

Felipe Linares comenzó a trabajar con su padre cuando tenia ocho año de edad; él salía a las calles a vender las piezas que colgaba de un palo, en forma exagonal: los Judas en Semana Santa y las piñatas en Navidad.

“En esa época nuestra forma de vida era muy difícil, ya que las figuras que mi padre hacía, se vendían muy baratas y se trabajaba en ellas solamente por temporadas”, comentó don Felipe al recordar sus largos recorridos por las calles de la ciudad.

Pedro Linares, conocido también por muchos como uno de los famosos y legendarios cartoneros, comenta que sus figuras de alebrijes nacieron de una visión que tuvo en una ocasión, cuando se encontraba gravemente enfermo. Durante esa experiencia vio dragones con dientes afilados y ojos sobresalidos que volaban acechándolo.

Esa visión lo llevó a iniciar cambios en sus diseños, y hacia 1945 surge la idea de cambiar la cabeza de los Judas por las de dragones. “Para 1950 habíamos completado nuestra transición hacia las figuras de los animales, el engrudo y el papel se transformaban en monstruos exhuberantes. Mi padre los creó, dándoles características únicas, a lo que hoy se conoce como los alebrijes”, comentó Felipe Linares.

Y fue precisamente en las calles, cuando se ofrecían al público, que los alebrijes despertaron el interés del entonces Director del Museo de Arte Popular, quien compró todas las figuras confeccionadas hasta esos momentos.

Este fue el inicio de una demanda que no se detiene y que más bien crece día a día, al ubicarse las piezas de la familia Linares en galerías, museos y boutiques.

En mi caso, fue en una tienda especializada en artesanía, en Oaxaca, donde los alebrijes llamaron mi atención. Tuve que esperar varios meses antes de establecer contacto con don Pedro y Felipe Linares, para realizar esta entrevista y poder admirar de cerca las distintas figuras.

Los alebrijes, calacas, piñatas y nacimientos se mezclan, inconclusos, en el piso de la azotea desafiando la creatividad y dedicación de los dueños del taller. Ellos no dejan pasar el tiempo, sus manos se mueven velozmente sobre el papel y el engrudo, material con el que expresan su creatividad.

La demanda del trabajo de los Linares se relaciona con las festividades de las temporadas. En septiembre hacen caricaturas de los heroes de la Independencia Mexicana y en octubre se dedican exclusivamente a las figuras de Día de los Muertos.

La orginalidad de las famosas calacas es indiscutible y el sello que esta familia les imprime a sus diseños es fácilmente reconocible. Durante los últimos 30 años, cada octubre, los Linares realizan una exposición especial en el Museo de Arte Popular de la Ciudad de México. La de 1990 contó con 15 piezas de 1.25 a 1.30 mts. de altura, entre las cuales se destacaban las figuras de un charro (calavera) con su china poblana (calavera) montados en un caballo (esqueleto), posando para un fotografo (calavera). Esta colección fue vendida a un Museo de San Luis Missouri por veinte millones de pesos.

La Lic. Laura Osegura, Directora del Museo Nacional de Artes e Industrias Populares del Instituto Indigenista, nos informó que el Sr. Pedro Linares habia sido propuesto como candidato al reconocimiento del Mejor Artesano del País. “Es un reconocimiento que por la calidad de su trabajo y por los años que le ha dedicado, se le debe a Dn. Pedro”, comentó la Lic. Osegura.

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Velas de cebo, una tradición que guía las ánimas en Día de Muertos de México https://dod.mmediaweb.com/velas-de-cebo-una-tradicion-que-guia-las-animas-en-dia-de-muertos-de-mexico/ Sat, 26 Oct 2019 19:43:14 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3119 Fotos por Mary J. Andrade

Nacajuca (México), 26 de octubre (EFE).- Por generaciones, los indígenas chontales de Nacajuca, en el suroriental estado mexicano de Tabasco, elaboran las tradicionales velas de cebo que simbolizan la luz del regreso de los fieles difuntos en el Día de Muertos en México, del 1 al 2 de noviembre.

En el poblado Jiménez, del municipio de Nacajuca, los chontales concluyen estos días la elaboración artesanal de las veladoras, una costumbre antigua que fue retomada a finales del siglo XIX y que poco a poco se extingue por la apatía de las nuevas generaciones.

“Es un trabajo que aprende uno a hacerlo y te ganas una lanita (un dinero). La nueva generación ya no quiere nada con esto, no les interesa, se va perdiendo”, lamentó este sábado a Efe Domitilo de la O Peralta.

En este sentido, el artesano explicó que ni sus hijos ni sobrinos están ya interesado en heredar esta antigua costumbre.

Él es el único de cuatro hermanos que continuó la tradición. Adicionalmente, cada vez es más difícil conseguir la grasa de res en las comunidades debido a su alto costo y su compleja elaboración, lo que hace subir el costo de la materia prima.

“Yo hago unas 5.000 velas, antes se hacían más, antes había bastante grasa (para las velas), ahorita se va agotando y la tradición también, como que se va dejando de hacer hasta en el panteón de la gente que está dejando lo tradicional”, dijo.

Según la tradición, las velas guían a las ánimas en los altares montados en hogares mexicanos.

Como peculiaridad, no generan prácticamente humo y tiene forma espigada.

Son quemadas durante la noche del 1 de noviembre en el Día de Muertos, así como en rezos a lo largo de todo el mes.

UN TRABAJO ARTESANAL Y EN EXTINCIÓN

En alrededor de hora y media que tarda cada vela en ser consumida, se invierten al menos 24 horas en la elaboración de cada pieza, de acuerdo a Domitilo, quien desde los 13 años las fabrica junto con sus hermanos y varias de sus esposas.

Cada año, al comenzar la tercera semana de octubre, alista los ingredientes recipientes y estructuras necesarias para dar forma a las veladoras, obtenido de la grasa de las reses y acumulada desde un año anterior.

Durante el proceso de elaboración, la grasa animal se derrite a fuego de leña, en el interior de barriles de metal, un proceso de curación combinado con parafina.

Posteriormente, los pabilos son remojados repetidamente hasta llegar a 30 repeticiones para lograr el grosor en diferentes etapas.

El trabajo rústico en su fabricación puede llevar un día entero si las inclemencias del tiempo lo permiten, de lo contrario, una lluvia podría arruinarlo todo.

“El primer paso es tener la grasa de res y el segundo paso es comprar la parafina para el proceso, el pabilo y papel hilo. Aquí le estoy presentando la vela ya elaborada, terminada para envolverla”, explicó.

Una vez secas y sólidas son empaquetadas en papel periódico para su posterior venta en mercados públicos y tiendas. Domitilo dice que antes de que la crisis y el desdeño de sus hijos lo golpeara, sus hermanos elaboraban entre 10.000 y 15.000 velas de cebo, una cifra que ahora se redujo a 5.000.

Las vende a unos diez pesos (unos 0,5 dólares) la unidad.

Bajo un improvisado taller junto a su vivienda se encuentran colocados barriles donde realiza la mezcla del cebo con la parafina, cada uno situado sobre leña cuyo fuego mantiene derretido el contenido durante unas 13 horas.

La faena se inicia de madrugada y termina pasado el mediodía.

Con la ayuda de su familia, que también se dedican a estas fechas a elaborar las velas, toman los moldes con los hilos en los cuales se adhiere la mezcla y a la vez sirven de mechas para después comenzar la fabricación de cada una de ellas.

Hasta hace 20 años, al menos 6 localidades indígenas elaboraban este producto, pero a la fecha la mayoría de talleres lucen abandonados y son transformados para la fabricación de artesanías de bejuco y de madera fina.

En los altares de muertos se colocan fotografías de los difuntos, así como alimentos que en vida les gustaba consumir.

Y al pie de estos, quienes todavía mantienen la tradición, colocan varias velas de cebo, ya sea en el suelo o sobre una tabla angosta de madera.

De acuerdo con las costumbres, hay quienes solo queman las velas hasta el día previo al Día de Muertos, en la creencia de iluminar el camino a las ánimas.

En otros hogares, las queman en su totalidad la noche del 1 de noviembre o madrugada del 2 de noviembre, al igual que en los rezos en memoria de los difuntos.

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Tradición Zapoteca en el estado de Oaxaca: el Biquié https://dod.mmediaweb.com/3111-2/ Sun, 06 Oct 2019 23:11:49 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3111

In Tradiciones

Texto y fotos por Mary J. Andrade

Durante la festividad de Todos Santos o Día de los Muertos, muchas personas de la región sur del estado de Oaxaca, el Istmo de Tehuanpec, mantienen la tradición zapoteca de hacer el biquié, en lugar del altar en forma piramidal. El biquié es la ofrenda o cruz tradicional de flores y frutas, que se decora con pan de muertos.

El tradicional biquié va desde el suelo hasta el techo, pues en algunos casos las ramas de la planta entera de plátano se extienden hasta tocar las tejas de la habitación.

Con el biquié se hace un despliegue de buen gusto y abundancia en la forma como se colocan las flores, frutas y veladoras, este es un estilo diferente y de mayor arraigo zapoteca. El biquié prácticamente ocupa todo el espacio de la sala, creando una especie de habitación rectangular, enmarcada por un arco formado por las hojas de dos árboles de plátano. Sobre los racimos se agregan frutas y se entretejen flores de cempasúchitl, agregando roscas y cocos.

Los altares piramidales llevan en el fondo cortinajes blancos, morados o negros, en cambio, el fondo de los biquié – una especie de pared –, está “tapizada con plantas, vegetales y frutas, de la cual se cuelga el pan que fue enviado a confeccionar especialmente para la ocasión. Cada familia lo encarga por separado a una panadería, donde se los entregan con el nombre del fallecido.

Así sobre el verde de la vegetación del biquié resaltan estos panes cuadrados y rectangulares, de color café, que llevan escrito con una mezcla de caramelo blanco, el nombre de la persona a quien se le rinde el homenaje póstumo. Entre el arco y la “pared” se coloca en primer plano, sobre el suelo, la fotografía del fallecido, rodeada de velas, bebidas gaseosas, frutas y tamales abiertos para que el alma se nutra con el aroma de ellos. Más atrás, se coloca una mesa cubierta con un mantel blanco, sobre la que se agregan diferentes clases de frutas y veladoras. Generalmente cuando se habla del sincretismo religioso en México, se menciona que todavía están presents los dioses de la antigüedad detrás de los santos. En este caso es al revés, detrás del biquié, que representa la cultura zapoteca, está el altar con las imágenes del culto católico.

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Fiesta de Finados en Oaxaca: Tristeza y alegría compartida https://dod.mmediaweb.com/fiesta-de-finados-en-oaxaca-tristeza-y-alegria-compartida/ Sun, 06 Oct 2019 22:52:14 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3098 Texto y fotos por Mary J. Andrade

Mercado de flores, Tehuantepec

La ciudad de Oaxaca de Juárez se encuentra ubicada en la región de los Valles Centrales del estado de Oaxaca. Su población se siente orgullosa de tener la patria potestad de uno de los bienes declarado Patrimonio de la Humanidad. Ya anteriormente lo dijo uno de sus personajes: “a Oaxaca solo le falta ponerle un techo para convertir a la ciudad en un museo histórico”.

Cementerio Xoxocotlán

Las tradiciones que se celebran en Oaxaca son ricas en sus manifestaciones y numerosas, como las de la Semana Santa, las fiestas de Santa Cruz de Xoxocotlán, el Lunes del Cerro, el Día de San Ramón, la Feria de Juquila, San Juan de Chapultepec o San Juanito y el Día de los Finados en noviembre que, a su vez, da paso a la Soledad, la Calenda, la Noche de Rábanos y Noche Buena, en diciembre.

El Día de los Finados o Día de los Muertos es una de la más autóctona que se celebra por varios días, desde antes y después del 2 de noviembre; son jornadas de jolgorio en las que se alterna con increible facilidad las visitas solemnes a los cementerios con la alegría y perspectiva de saborear las bien condimentadas ofrendas a las ánimas, de las cuales son las principales el mole negro y los tamales, platillos típicos de la cocina oaxaqueña.

Altar Oaxaca

En el Día de los Muertos las antiguas prácticas indígenas prehispánicas se conservan casi intactas. La ofrenda de comestibles a los muertos y la creencia de que sus almas realizan una visita anual a sus familiares en esta fecha, son reflejo fiel de las creencias nativas. Los antiguos habitantes de esta región creían que el ánima del difunto hacía acto de presencia en la casa que había habitado en vida, durante la noche correspondiente a la celebración y para recibirla dignamente ponían al alcance de ellos una serie de ofrendas de comida. Estas consistían primordialmente de diferentes platillos: moles, tamales, tortillas, atole, calabazas, codornices y conejos aderezados, de acuerdo a la forma cómo le gustaba a la persona, en vida.

Según estudiosos, los moradores de las casas se pasaban la noche en vela, en cuclillas y con la cabeza baja, sin atreverse a levantar la vista, para no ser castigados por el alma por la falta de respeto. Al día siguiente distribuían las ofrendas entre los necesitados o aquellas que encontraban a su paso por el pueblo.

La parte religiosa fue establecida durante los primeros años de la Colonia. Si bien es cierto que la Iglesia Católica cambió el sentido de la creencia indígena, en cambio dejó viva la práctica del rito, la liturgia ancestral de la ofrenda que es donde está la parte verdaderamente genuina del carácter tradicional y costumbrista del Día de los Muertos en esta región.

Altar al Alma Sola, Cementerio de la Ciudad de Oaxaca

Las ofrendas, centro de las festividad, son eco del profundo amor que el mexicano siente por la vida. Y son las variaciones entre los diversos pueblos vecinos las que representan las características innatas de cada una de ellos. Por ejemplo, en Teotitlán del Valle el altar se erige en un lugar predominante de la casa. Cuando esta se construye se señala específicamente un sitio permanente para el altar. Para adornarlo se usa el cempasúchil y flores silvestres que crecen en los alrededores.

Diferente a Teotitlán del Valle, los habitantes de Ocotlán ubican el altar en diferentes lugares del hogar y lo adornan con cempasúchil y una flor roja aterciopelada, llamada cresta de gallo.

E

Bendiciendo el altar, Juchitán

n los hogares de todas las poblaciones del estado se desarrollan actividades similares desde la víspera del 1 o 2 de noviembre preparando lo necesario para las ofrendas de comida que serán colocadas en el altar para delicia de las almas visitantes quienes se alimentarán con el aroma de ellas. Más tarde, en su visita a los comenterios las llevan para repartirlas a familiares y amigos, al pie de las tumbas.

La ciudad de Oaxaca ofrece una serie de actividades antes de la celebración; es preciso acudir a las oficinas de turismo del estado y recoger un programa en el que se indican todo lo que se organiza en la ciudad y poblaciones aledañas. El alejarse de la ciudad, visitar los tianguis y los hogares donde ponen los altares dará al visitante una visión muy amplia de lo que esta celebración, que honra la memoria de las personas fallecidas, su vida y su legado, significa para sus familiares.

Altares, ofrendas, calaveritas de azúcar, cirios, música, tristeza y alegría son los elementos que se destacan en Oaxaca en la celebración de esta tradición prehispánica, vigente en la vida de todos los mexicanos.

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Murales del Palacio de Gobierno de Tlaxcala: ‘Sacrificio y Gloria’ de Desiderio Hernández Xochitiotzin. https://dod.mmediaweb.com/murales-del-palacio-de-gobierno-de-tlaxcala-sacrificio-y-gloria-de-desiderio-hernandez-xochitiotzin/ Tue, 14 May 2019 21:49:47 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3062 Entrevista y fotos por Mary J. Andrade

El maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin muestra uno de sus bosquejos

En octubre de 1992 fui recibida en el hogar del pintor y muralista Desiderio Hernández Xochitiotzin y de su esposa Lilia. Pasé varias horas con ellos. Escuché su historia, sus experiencias a lo largo de su vida y su entrega a plasmar en los murales del palacio de gobierno la historia del pueblo tlaxcalteca, una historia tergiversada, como él lo expresaba así. Es una entrevista que no pierde vigencia por los conceptos por él vertido. Él falleció el 14 de septiembre de 2007, pero sus hijos y los guías continúan difundiendo la historia del estado, tal como él la pintó en los murales, constantemente visitados por nacionales y extranjeros. Esta entrevista fue publicada en el periódico La Oferta el 5 de junio de 1993.

El maestro observa atentamente al equipo de grabación

“Estimados paisanos tlaxcaltecas, los saluda desde su estudio Desiderio Hernández Xochitiotzin. Estamos en plena campaña política, se acerca el 15 de noviembre, día de la votación. Recordemos nuestra conciencia histórica que desde los Cuatro Señoríos Tlaxcaltecas, los 30 caciques menores y los 222 electores, desde el pasado prehispánico ellos ejercían su voto. Tlaxcaltecas recordemos esta Gloria y votemos. ¡Yo voy a votar!”

Apoyado en el caballete con los pinceles en su mano derecha, el maestro Xochitiotzin tranquilamente dirige su mensaje a sus conciudadanos, mientras las cámaras de televisión lo enfocan.

A un costado de la sala, sentada en un sofá, sigo atentamente el desarrollo de las tomas, mientras espero que terminen para poder iniciar con él una entrevista por largo tiempo esperada.

Mi visita a Tlaxcala coincidió con la cercanía de las elecciones estatales. Al pintor y muralista Desiderio Hernández Xochitiotzin, uno de sus preclaros ciudadanos, se le solicitó apoyo a través de un mensaje televisado, para animar a los tlaxcaltecas a ejercer su responsabilidad y derecho al voto.

El muralista revisa sus notas

El maestro Xochitiotzin es conocido a nivel internacional por sus pinturas y, en particular, por haber plasmado en los muros del Palacio de Gobierno de la ciudad de Tlaxcala la historia de su pueblo, una historia que reivindica a los tlaxcaltecas.

Dos años antes, en una visita rápida que hice a Tlaxcala, tuve la oportunidad de contemplar los murales pintados por él. Después de recorrer la planta baja y subir las escaleras, busqué ansiosamente su figura en el andamio colocado en el piso superior pero no estaba, había terminado su jornada diaria y se había marchado a su casa.

El maestro Desiderio inicia su día de trabajo

Ante la imposibilidad de hablar con el maestro Xochitiotzin en aquella ocasión, me dediqué a fotografiar los murales. Regresé a Puebla, prometiéndome hacer todo lo posible, para establecer el contacto que me garantizara la oportunidad de entrevistarlo.

Con el objetivo de investigar la celebración del Día de los Muertos en Tlaxcala y gracias a la intervención del Profesor Pedro Ángel Palau, Director de Promoción Social y Cultural del Ayuntamiento de Puebla, quien arregló nuestro encuentro, pudimos llegar hasta el maestro Xochitiotzin. Nuestra primera entrevista coincidió con la grabación del video.

Es fácil conversar con él, su trato amable, abierto a las inquietudes de quienes se le acercan, sin poses ni actitudes, hacen que la comunicación se establezca inmediatamente, matizada de comentarios alegres.

Desiderio Hernández Xochitiotzin nació el 11 de de febrero de 1922 en el pueblo de Santa María Tlacatecpac, en San Bernardino Contla. Cuando tenía un año de edad, sus padres, don Alejandro de la Cruz Hernández de la Rosa y doña Natividad Xochitiotzin, cambiaron su residencia a Puebla. En esa ciudad, Desiderio Hernández Xochitiotzin realizó sus estudios de primaria, mientras ayudaba en el taller de hojalatería y herrería artística que su padre estableció.

Su estudio ocupa toda la planta baja de su casa

Mientras asistía a la escuela por la mañana, por las noches estudiaba dibujo, geometría, perspectiva y anatomía en la Academia de Bellas Artes en Puebla.

Su inclinación al arte lo motivó, para que junto con otros pintores formara en 1940 la Unión de Artes Plásticas en la Ciudad de Puebla, en el lugar donde más tarde se conoce como el Barrio del Artista, siendo él uno de sus seis fundadores.

Mientras desarrollaba su labor con su padre, su vocación se afianzó decidiendo, en 1947, dedicarse profesionalmente a la pintura.

– ¿Qué lo impulsó a tomar esa decisión, maestro Xochitiotzin?

– Profesionalmente considero que comencé a vivir de la pintura a la edad de los 25 años cuando me casé y dejé la artesanía artística a la que me dedicaba en el taller de mis padres.

– Mis inquietudes artísticas se remontan a mis primeros años de edad. Mis padres conservaban mis cuadernos escolares y recuerdo que me castigaban en la escuela porque convertía las letras en muñecos y porque les ponía ojos. Ya entonces pintaba en los trabajos manuales. Al terminar la primaria pensé en ser arquitecto, pero fue entonces que entendí que para estudiar esa carrera tenía que estudiar la secundaria y preparatoria y luego ir a México. Yo era el mayor de 11 hermanos y vivíamos en Puebla, refugiados de la Revolución, y fue allí donde experimenté el dolor de ser llamado ‘traidor’, ‘hijo de indios’, ‘refugiado’, todo esto me llevó a la conclusión de que no podría llegar a ser arquitecto.

Hay tristeza en sus palabras, pero esta queda atrás al continuar con sus recuerdos.

Don Desiderio junto a su esposa doña Lilia Ortega

– Después de enfrentarme a muchas dudas e incertidumbres, al casarme decidí probarme y darme un plazo de cinco años. Mi esposa, Lilia y yo, empezamos a sufrir y a gozar, con las consecuencias de mi afán de dedicarme a hacer lo que verdaderamente me atraía. Casi enseguida comencé a tener contacto con los grandes maestros y mi obra se distinguió, al mismo tiempo me dí cuenta que sí podía dedicarme a mi arte, pero que nunca llegaría a ser rico, ya que soy un hombre de ideas y que por mis principios en muchas ocasiones me voy contra la corriente.

– ¿Cuál es su proceso de creatividad?

– Para comenzar, le diré que siempre he trabajado en lo que me gusta. Cuando hago las cosas con facilidad siento que termina el artista y comienza a nacer nuevamente el artesano, ya que en mi concepto todo lo que se hace fácil es peligroso.

Palacio de Gobierno de Tlaxcala.

– En todo trabajo debe existir un proceso, el tema lo proyecta uno con todos sus detalles, pero no se sabe cómo va a terminar. Esa aventura en la realización es importante. Cuando se sabe cómo va a terminar exactamente un cuadro, ya uno está amolado. Hay que cambiar de rumbo, porque en ese instante uno se convierte en artesano. El artesano sabe exactamente cómo se hace una silla y cómo quedará esta. El artista en cambio debe tener una nota de aventura, de emoción, que durante el desarrollo surja algo en lo que no haya pensado y que al final llegue a formar parte del todo.

A partir de su decisión de independizarse y dedicarse a la pintura, el maestro Xochitiotzin se fue abriendo caminos a través de exposiciones, contacto con otros artistas de renombre, trabajos de investigación y reconocimiento de pintores como Agustín Arrieta.

El maestro reconoce que la primera idea de pintar los murales en el Palacio de Gobierno no surgió de él. Un domingo de enero de 1953, en la ciudad de Tlaxcala el poeta y dramaturgo Miguel N. Lira le propuso pintar un mural en el Palacio de Gobierno que narrara la historia de Tlaxcala.

– ¿Cuál fue su reacción ante esta propuesta?

– La verdad es que no le hice caso, le dije que sí, pero no lo tomé en serio porque yo conocía algo de ese complejo mundo y sabía sobre todo que pintar un mural cuesta mucho, ya que hay de por medio trabajo de albañilería, de investigación, de materia prima, de andamio, por ello no le presté mayor atención.

Sin embargo la semilla estaba puesta y el Maestro Xochitiotzin inició sus estudios de investigación sobre su tierra natal.

El muralista con su ayudante

La propuesta del Lic. Miguel N. Lira, escritor, editor y poeta se basó en su conocimiento en el trabajo del maestro, sobre quien comenta que “es dueño de sensibilidad muy propia que desarrolla con ironía, con sátira, enfrentando la vida a la muerte y a lo gracioso. Xochitiotzin ha conseguido explorar el alma escondida del mexicano y la ha propuesto a los ojos de todos en sus recodos más enraizados…”.

Las actividades artísticas y docentes del maestro Xopchitiotzin continuaron afianzándolo en su ascenso. Sus inquietudes intelectuales lo llevaron fuera del país, viajando por Europa en 1953 y regresando a México, a entregarse a “lo suyo”.

En 1957 volvió a Tlaxcala para radicar definitivamente en su estado, iniciando ese año su trabajo pictórico en los muros del Palacio de Gobierno.

– ¿Cuál es el objetivo de su obra?

Las guerras floridas

– He realizado esta obra con el propósito de dignificar la historia de Tlaxcala. Como su título lo explica con toda claridad es “Historia de Tlaxcala y su Aportación a los Mexicanos”. No es la historia aislada de Tlaxcala, sino que es la historia de Tlaxcala relacionada con la nación.

–Mi obra es la dignificación histórica de nuestra tierra, por eso es que he andado con mucho cuidado, todo lo que he pintado tiene un respaldo de trabajo, de estudio de defensa histórica. Son años de dedicación a lo que llamaría mi sacrificio y gloria.

–¿Por qué sacrificio y gloria, maestro?

–Es gloria para mí porque es la obra que más quiero y a la vez la que más me ha hecho sufrir, sin embargo, ambos sentimientos van unidos. Nada, por simple que sea, trae felicidad total, ya que junto a la felicidad va el dolor.

–¿Cuáles son los elementos que hacen que llame a esta obra su sacrificio?

–Señalaría los primeros escollos a los que tuve que enfrentarme, que son muy lógicos. Cuando empecé a pintar los murales era muy joven y lógicamente yo había seleccionado el Palacio de Gobierno. Para empezar, hay que reconocer que la historia de Tlaxcala es muy compleja, muy calumniada y a la vez inexplicable. Está llena de lagunas. Entre nosotros mismos no iban a permitirme que pintara cualquier cosa. Los primeros escollos los sentí entre la Sociedad Cultural de Tlaxcala y la Sociedad de Historia y Literatura. Ellos me dijeron que no, cuando les presenté los programas generales. Sin embargo, nunca presenté programas específicos porque era imposible, ya que me hubiese tenido que pasar la vida haciendo historia de Tlaxcala literalmente. Cada fragmento que localizaba lo presentaba y lo pintaba, de esa manera es que he podido llegar a donde he llegado.

El muralista se siente orgulloso de haber proyectado una imagen diferente y de haber contribuido a levantar el orgullo, entre sus conciudadanos, de ser tlaxcalteca.

Para el maestro, entre muchos aspectos importantes de su obra estuvo su necesidad de documentar correctamente a la sociedad en tres aspectos fundamentals: “el mundo civil con sus jararquías, el mundo militar y el mundo religioso…”.

Al enfocar el aspecto étnico recuerda algo desagradable que le sucedió en el Palacio Nacional:

–Una vez visitando los murales del maestro Diego Rivera, vi que un guía conducía a un grupo de turistas a quienes hablaba en inglés. Me surgió una duda y me acerqué al guía una vez que había terminado con su grupo; le hice mi pregunta. Su respuesta fue: ‘Yo no trabajo para indios’. A mí no me ofende que me llamen indio, al contrario me identifica, pero su expresión despectiva se me quedó grabada, tanto que cuando tuve la oportunidad de pintar los murales pensé de inmediato de poner letreros en los frescos, para evitar que una situación como la que le cuento pudiera suceder. Así es que por eso he puesto texto en los frescos y todavía más, la parte de arriba en náhuatl y la de abajo en español, para que nuestro pueblo vea que las lenguas náhuatl y castellano están a la par, que deberíamos ser bilingües, reconociendo nuestra lengua nativa.

La mención anterior se encuentra en el libro publicado por el Gobierno de Tlaxcala, Secretaría de Turismo, titulado… “Comentarios a los Murales del Palacio de Gobierno”.

Definitivamente, con los murales se inicia una nueva etapa en la historia actual de Tlaxcala y del tlaxcalteca.

Una tarde, después de hablar con el maestro Xochitiotzin, volví al Palacio de Gobierno para observar detenidamente los murales. Congregados en el piso inferior y en las escaleras habían varios grupos de visitantes que eran conducidos por guías, quienes explicaban el significado de cada una de las partes de los murales. En sus voces se sentía la satisfacción de exponer dignamente la historia de su pueblo.

Los murales representan para el maestro Xochitiotzin alrededor de cuatro años de trabajo realizado plásticamente en la pared, pero la obra consta como se mencionó anteriormente, del trabajo de investigación histórica, arqueológica, cronológica, etc. Estos trabajos fueron realizados fuera de programa, tiempo y presupuesto. Son años de investigación ardua y profunda, ya que él ha puesto mucho cuidado para que no puedan ser rebatidos.

Reconocido por historiadores de arte, poetas, pintores, ellos expresan sus sentimientos de diferentes maneras. Para Milena Kopritza, Historiadora de Arte, “La obra del Maestro Xochitiotzin, en mi concepto representa un canto del pueblo. Simboliza la voz de un hombre que ama entrañablemente a los suyos y que lo manifiesta cotidianamente en el acto amoroso de pintar, al que se entrega cabalmente…”.

De 1957 a 1968 el pintor concluyó 285 metros cuadrados de pintura de los murales, utilizando la técnica de fresco. Esta parte de los murales se denomina “Tlaxcala prehispánica”.

Entre 1967 y 1968 realizó los estudios y pintó el mural denominado “La Conquista”, y entre 1987-1988 pintó “El Siglo de Oro Tlaxcalteca”. Estas obras forman parte del programa mural: “La Colonia”. En 1990 dio comienzo al mural “Del Siglo de las Luces al Porfirismo en Tlaxcala y México”.

La obra mural pintada en el piso inferior y a lo largo de los muros ascendiendo por la escalera y será completada en el corredor superior. Allí el maestro pintará lo que él llama “Lo Mexicano”, que “es lo que está sobre todo lo anterior, lo que está cimentado en la raíz y lo que será la puerta al México eterno, la revolución armada y la institucional”.

Su obra de historiador, humanista, escritor, pintor de caballete y orador continúa creciendo al margen de los años de dedicación a pintar los murales. Sus cuadros se han exhibido con éxito tanto en su país como aquí en los Estados Unidos, España, Venezuela y otros lugares.

Conferencista incansable, lleva su mensaje a las aulas universitarias al igual que a otros lugares a través de los diferentes medios de comunicación.

El maestro Xochitiotzin es conocido en todos los círculos intelectuales, políticos y sociales. Caminar con él por el centro de la ciudad de Tlaxcala, al igual que por las calles de pequeños poblados, equivale a irnos deteniendo cada cierto tiempo para que él conteste el saludo cariñoso y a la vez respetuoso de sus amigos.

Precisamente nuestro recorrido por Ixtenco, al detenernos en una vivienda humilde para solicitar permiso para ver un altar de muertos que habían levantado, el dueño de la casa quien no conocía personalmente al maestro, se mostró complacido de enterarse quién era, pues tenía proyectado buscarlo para solicitar su ayuda sobre un problema que se le había presentado en la reconstrucción de una de las Iglesias del pueblo.

Es parte de la naturaleza del maestro Xochitiotzin prestar atención a los problemas que surgen en las diferentes comunidades y actuar como intermediario, ya que su voz es escuchada por igual por los habitantes y las autoridades.

Para mí, el compartir varias jornadas de trabajo con el maestro fue un privilegio y una experiencia valiosa el convivir con alguien como él.

Viajero incansable dentro y fuera de su país, el muralista tlaxcalteca ha experimentado de cerca la realidad del hispano en los Estados Unidos. Para ellos su mensaje es claro y directo:

“Busque sus raíces autóctonas…”

– !Busquen sus raíces, sin pedir prestado nada a nadie, ni a los aztecas, ni al águila, ni a la serpiente emplumada, ni a Cuauhtémoc! Tienen que vivir su propia realidad histórica. Hay suficientes raíces en cada uno de los lugares donde viven hispanos en los Estados Unidos, son esas raíces las que deben aceptar y desarrollar.

–Si yo viviera en esa franja que no es EE.UU. ni es México, que es una zona saqueada, buscaría allí las raíces autóctonas, las raíces novo-hispanas, ya que allí llegaron los españoles y también los frailes con sus errores y aciertos.

–Los que viven allí, que traten de tener su tierra, porque ya es de ellos, allí viven, allí nacieron, allí tienen sus montañas. Esa es su realidad, la que deben vivir.

Su Mirada directa y su voz cálida proyectan sus convicciones humanísticas. Y el hombre, amante de su tierra y de sus costumbres es igualmente capaz de emocionarse al contemplar el profundo significado de la muerte, de su paso y su legado en este plano terrenal.

Para el maestro Xochitiotzin el major homenaje que se le podría hacer a su memoria después de su transición, sería a través de un altar de muertos, colocando su caballete, pinceles y una de sus pinturas, junto a su retrato. Al hacer esta descripción su voz se ahoga en su garganta.

Durante la celebración de muertos, junto al altar en su casa, se encuentra la guitarra de su hijo José Guadalupe, un músico, al recordarlo enjuga una lágrima en mudo homenaje, al igual que por tantos amigos que le dieron su apoyo y lo motivaron a tomar los pinceles para pintar su obra más querida, aquella que cataloga como su sacrificio y gloria, y que lo ha colocado en los libros de historia como el último gran muralista de México.

Esta entrevista fue publicada el 5 de junio de 1993, en el semanario “La Oferta” que circula en San José, California.

El 14 de septiembre de 2007, el muralista Desiderio Hernández Xochitiotzin falleció en la ciudad de Tlaxcala, dejando a su estado, a su país y al mundo el legado de una obra pictórica en la que a través de su arte narra la historia de su estado.

La reproducción de esta entrevista, en este portal, es un pequeño homenaje al amigo que generosamente compartió conmigo varios días de jornadas, visitando diferentes poblaciones para mostrarme la celebración de una de las tradiciones más hermosas: del Día de los Muertos en Tlaxcala.

Libros de consulta que se usaron: “Carnaval de Contla”, Desiderio Hernández Xochitiotzin; “Comentarios a los Murales del Palacio de Gobierno, Desiderio Hernández Xochitiotzin, Gobierno del Estado de Tlaxcala, Secretaría de Turismo; “Xochitiotzin, Su Vida y su Obra”, Luis Nava.   

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La Barranca del Cobre https://dod.mmediaweb.com/la-barranca-del-cobre/ Wed, 08 May 2019 23:37:48 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3031 Un mundo sin fronteras de ondulantes cumbres y profundidades por explorar

Texto y fotos por Mary J. Andrade

México muestra muchos rostros, bellos y con características propias.

Las ciudades coloniales con sus festivales, el Mundo Maya donde, al cerrar los ojos en la cima de las pirámides, podemos sentir palpitar la historia, las playas con sus deportes acuáticos, atraen a diferentes clases de viajeros. Sin embargo, el recorrido ecológico de la Barranca del Cobre, en el norte del país es, en mi concepto, el que hace que el hombre acepte su pequeñez ante la grandeza de Dios, al crear paisajes como los que se observan desde diferentes sitios, donde el viajero se detiene, durante el recorrido del Tren del Pacífico, en la Sierra Tarahumara, para explorar las áreas aledañas.

Niña del Ejido de San Ignacio.

Profundidades que imponen, horizontes que se pierden en la lejanía en el que el verde de la vegetación y el azul del firmamento se unen sin poderse definir; dónde cielos que amanecen grises cubiertos de nubes se despejan después de una tormenta, para luego deslumbrar con la intensidad de un azul claro y oscuro, son los recuerdos que se graban de cada uno de los lugares, a medida que se avanza en el camino, desde la ciudad de Chihuahua hasta El Fuerte, en Sinaloa.

La región de la Barranca del Cobre está localizada en la Sierra Madre Occidental, que penetra en Chihuahua en el suroeste desde Durango y Sinaloa y que desciende hacia el noroeste donde Chihuahua se encuentra con Sonora. Sus picos llegan a alturas de entre 500 a 3,000 metros sobre el nivel del mar. La región de los grandes cañones está localizada en un área montañosa de 900 millas cuadradas en el Estado de Chihuahua. A la Barranca la forman alrededor de 20 cañones pequeños, los cuales se combinan para formar una serie de cinco cañones conectados o barrancas. El Cañón del Cobre es uno de ellos, los otros son Barranca dc Sinforosa, Barranca Batopilas, Barranca Urique y Barranca Guaynopa.

Familia.

En la Sierra Tarahumara el clima es saludable. La época de lluvia va de junio a septiembre, que es cuando la vegetación se manifiesta en todo su verdor. Es un verdadero regalo a los sentidos el contemplar, en esta época, el verdor de las montañas, el adivinar las formas que las nubes van tomando, el aspirar el olor de tierra húmeda y el observar el caudal de los arroyos, después de una corta tormenta que generalmente ocurre al atardecer.

En el otoño los campos se vuelven dorados, creando contrastes con los verdes intensos de los pinos, en el invierno la nieve blanquea los campos, bosques, carreteras y techos de las viviendas.

La Barranca del Cobre es una de las maravillas geológicas de México. Los cañones son el resultado de erupciones volcánicas y cubren un área cuatro veces más grande y es 280 pies más profunda, que el Gran Cañón.

A estos cañones los unen tres ríos importantes: el Urique, el Batopila y el Verde que corren entre las montañas de la Sierra Madre Occidental hasta formar el río El Fuerte que desemboca en la Bahía de California. La máxima profundidad de la Barranca es de 12,140 pies desde la cima del Pico Mohinora, hasta la base del cañón. Desde el filo superior de las barrancas, las paredes de formación volcánica caen verticalmente 6,000 pies hasta el fondo de los cañones cubiertos de vegetación semitropical.

La Barranca del Cobre a través del Ferrocarril

La línea de Ferrocarril Chihuahua-Pacífico es una de ias experiencias de viaje más excitantes de México y, como obra de ingeniería, una de las maravillas del mundo. Se extiende a lo largo del estado más grande de México, Chihuahua, sobre la Sierra Madre y llega hacia las planicies de la costa, en el Golfo de California, en el Estado de Sinaloa.

Desde la ciudad de Chihuahua, hasta la estación de los Mochis, en Sinaloa, el tren realiza un recorrido de 410 millas, cruzando 37 puentes y 86 túneles. Aunque su construcción fue concebida en 1872, no fue sino hasta 1961 cuando se logró completarla.

El recorrido en el tren puede ser realizado en una sola jornada de 14 horas de duración, comenzando en Chihuahua o Los Mochis. O, el pasajero puede bajarse en diferentes estaciones, pasar en una población dos o tres noches y luego continuar, hacia su próximo destino.

La ciudad de Chihuahua

Vista de la ciudad de Chihuahua.

La capital del estado lleva el mismo nombre y está localizada a casi 220 kilómetros de la frontera con los Estados Unidos. En 1709 el Gobernador de Nueva Viscaya autorizó el establecimiento de un centro minero llamado Santa Eulalia. Nueve años después cambió su nombre a San Felipe el Real de Chihuahua y se convirtió en ciudad el 19 de julio en 1823. Como centro ganadero, de explotaciones forestales y de minas de plata, el estado de Chihuahua es uno de los más prósperos de México.

Mapa del estado de Chihuahua.

Una estadía de dos o tres días en esta ciudad es aconsejable para poder realizar, por lo menos, un recorrido hacia el Circuito Arqueológico de Casas Grande Madera. Nuevo Casas Grande es un centro agrícola muy importante, Iocalizado a 222 millas hacia al noroeste de la capital del estado.

A fines de junio y primeros días de julio se realiza allí una feria regional en la que se exhibe el magnífico trabajo artesanal en cerámica, de Mata Ortiz. A escasas cuatro millas está el centro arqueológico más importante del norte de México: Casas Grandes y Paquimé.

De regreso a la capital, un recorrido por el centro de la ciudad es paseo obligado. En el parque ubicado frente al Palacio de Gobierno se eleva varios metros el monumento en honor al Padre de la Independencia, don Miguel Hidalgo y Costilla. El interior del palacio, permite admirar los murales que narran la historia del estado.

No hay que pasar por alto, a pocas cuadras de distancia, la Catedral con su estilo barroco, cuya construcción fue financiada por los trabajadores de las minas de plata. Otro lugar de interés es la casa del “Centauro del Norte”, Pancho Villa, convertida en museo después de la muerte de su viuda, Lucita de Villa.

Cuauhtémoc

Tarahumara vendiendo sus artesanías.

Por carretera o por tren, se llega a esta población, que empezó como un rancho con el nombre de San Antonio de Arenales, al realizarse la obra del ferrocarril. Dos décadas después arribaron los menonitas, asegurando con su trabajo el desarrollo económico de esta población, a la que en 1927 se le dio el nombre de Cuauhtémoc, en honor al último emperador azteca.

Originalmente, el sector fue habitado por los tarahumaras. A la llegada de los primeros Conquistadores, ellos en lugar de pelear por su tierra decidieron alejarse del lugar y moverse hacia las montañas que ya conocían, pues cazaban allí y también buscaban la profundidad de los cañones para alejarse del frío.

Cuauhtémoc es el centro cultural y económico de una población de varios miles de menonitas, que llegaron a la región en 1922 procedentes de Canadá. Ellos son miembros de una secta de la religión protestante, fundada en Suiza en 1525.

Debido a su dedicación al trabajo, han logrado convertir el lugar en un importante centro agrícola, haciendo de Chihuahua uno de los principales productores de manzana, queso y embutidos. Su manera de vivir austera Ios ha mantenido aislados, estableciendo un estilo de vida propio e independiente.

Creel

Vivienda en Creel.

Siguiendo el recorrido por tren, antes de llegar a Creel se pasa por San Juanito, un importante centro dedicado a la industria de la madera. Coches del tren, en desuso, se alinean a la entrada de la población, convertidos en casas habitacionales de muchos de los pobladores. Con un poco de imaginación y pintura de colores brillantes, los coches se han convertido en casas cuyas ventanas, cubiertas con cortinas están adornadas con plantas que cuelgan a los costados de ellas.

La población de Creel, está ubicada a 230 kilómetros de la capital del estado y cuenta con una población aproximada de 8,000 habitantes. Fue establecida en 1907, con la llegada del tren, siendo llamada así en honor de don Enrique C. Creel, notable economista, empresario y político chihuahuense, quien hizo posible la construcción del ferrocarril hasta este lugar, durante sus funciones como gobemador del estado. Al estallar la Revolución Mexicana, esta obra quedó inconclusa.

Enrique Creel fue también Embajador de México en Washington, Secretario de Relaciones Exteriores y fundador de importantes empresas y bancos. La mansión de la familia Creel se destaca en una de las principales avenidas de la ciudad de Chihuahua, y en Creel existe un busto erigido en su honor, a pocos metros del Museo de la Casa de Artesanías, ubicada a un costado de la estación del tren.

Recorrido del tren.

En las cuatro salas del Museo de la Casa de Artesanías del Estado de Chihuahua, en Creel, se presentan diferentes aspectos históricos de la región, comenzando por una interpretación abstracta de la historia de los tarahumaras antes de la llegada del hombre blanco y la llegada de de los misioneros jesuitas en 1607. La descripción de los aspectos del habitat de los tarahumaras y la filosofía y conceptos que dan sentido a esta cultura.

Son varios los recorridos quer se ofrecen al turista y que pueden escoger de acuerdo a sus aptitudes físicas. A cinco kilómentros de Creel se encuentra el lago Arareco, a un costado de la carretera a Cusárare.

En las orillas del lago existen buenos caminos para realizar caminatas, están disponibles botes y bicicletas de alquiler, a la vez que se puede pasar la noche en tiendas de campaña.

Antes de llegar al lago se encuentra el Ejido de San Ignacio, donde viven alrededor de 400 personas en una extensión de 500 hectáreas; en este lugar se pueden visitar algunas cuevas donde habitan los residentes del lugar.

En la Misión de Cusárare se puede apreciar la iglesia que data de 1744, que fue abandonada en 1767 después de la expulsión de los Jesuitas de México, y restaurada en dos ocasiones: 1826 y 1971. Su interior sencillo tiene pinturas nativas en sus paredes.

Los Rarámuris

Pies ligeros.

Creel es el centro y hogar de los tarahumaras. “Tarahumara” es una distorsión del nombre indígena Rarámuri que significa “pies ligeros”. Sus antepasados posiblemente llegaron de Asia, cruzando el Estrecho de Bering hace unos 2,000 años. La apariencia física de los tarahumaras es fuerte y bien proporcionada. Hablan el rarámuri predominantemente, aunque muchos de los grupos que viven dispersos en la región utilizan otros lenguajes.

Artesana con sus niños.

En todo el estado de Chihuahua viven alrededor de 100,000 tarahumaras y en lo que se conoce como su territorio, cerca de 50,000. Una de sus características prdominantes es que viven aislados. Sus viviendas están construídas distantes las unas de las otras, predominando entre ellos el respeto mutuo a la privacidad.

Son incapaces de acercarse a una casa y tocar la puerta. Cuando desean hablar con un vecino se acercan hasta cierta distancia de la vivienda, se ubican de manera que puedan ser vistos y esperan a que el dueño salga, se le acerque y que éste inicie la conversación.

De todos los grupos indigenas de México, los tarahumaras han evitado al máximo el contacto con los de afuera y habitando en cuevas y casas de madera dispersos en la Sierra. Ante el avance de la civilización o de los “chabochis” (el extranjero), han ido cediendo terreno, adentrándose en los bosques y permaneciendo a distancias que consideran prudentes.

Jóvenes vendedoras.

El contacto de los rarámuris con el hombre blanco ha sido una experiencia dolorosa. Los primeros mineros en incursionar en su territorio los trataron coma esclavos y su mejor tierra fue usurpada. Aunque se trató de sojuzgarlos militarmente, su espíritu independiente los llevó a revelarse, dando lugar a masacres durante las campañas que se siguieron para dominarlos.

Muchos optaron por alejarse a sitios remotos para vivir en paz; otros, en cambio, optaron por la estrategia de la resistencia pasiva.

Corredores por naturaleza, cazaban venados persiguiéndolos hasta que los animales caían exhaustos. Realizan una migración de temporada, tal como lo hacian sus antepasados. En los meses de verano suben las montañas y bajan a las profundidades de los cañones, cuando llega el invierno.

Los que se han aculturizados se dedican a vender canastas tejidas con hojas de palma, muñecas talladas en madera, cordones, etc.

Las mujeres visten faldas y blusas hechas con telas de colores vivos y cubren su cabeza con un pañuelo, incluso a las niñas de pocos meses de edad, sus madres cubren sus cabecitas de igual manera. El hombre ha cambiado su vestimenta modernizándose con el uso de pantalones de mezclilla y zapatos de caucho.

Divisadero

Divisadero.

La estación de Creel cobra vida, al medio día, a la espera del paso del tren el que continúa su recorrido por la Sierra Tarahumara.

Ubicado justo a la mitad del recorrido entre Chihuahua y Los Mochis se encuentra Divisadero, desde donde se tiene una de las vistas más espectacular de Norte América, la de los tres cañones que se unen en el horizonte: Tararecua, Urique y el Cobre.

Piedra Volada, Divisadero.

Existen muchos recorridos que se pueden realizar a pie desde este punto, uno de ellos a la Mesa de Mogotamo, subiendo y bajando las paredes del cañón para admirar desde diferentes ángulos la belleza panorámica de la región, así como la profundidad de los cañones. Estos caminos son utilizados como única forma de comunicación y transporte por Ios tarahumaras, en esta vasta región.

Otro recorrido, de dos horas a pie, es el que conduce hacia “Piedra Volada”, partiendo desde el Hotel Mirador Posada Barranca. En la estación del tren se encuentra un tianguis pequeño, en el cual se ofrece la artesanía del área, así como excelentes “bocadillos” preparados con el queso que hacen los menonitas.

Bahuichivo

Preparación de alimentos.

A dos horas, siguiendo la ruta del tren, se encuentra la población de Bahuichivo. A 16 kilómetros está la población de Cerocahui, desde la cual se puede explorar el cañón de Urique. Cerocahui fue fundada en 1681 por los misioneros jesuitas y cuenta con una población aproximada de 1,000 habitantes.

Iglesia de Cerocahui.

A 35 kilómetros de Cerocahui se encuentra en la montaña Gallegos, un mirador desde el cual observa el cañón Urique en su mayor profundidad (6,139 pies). Desde ahí se disfruta una vista magnifíca de la vegetación exhuberante a la vez que se puede seguir con la mirada, al fondo del cañón, el recorrido del río Urique, divisándose, a un costado, el pueblo del mismo nombre.

Desde este mirador, son visibles algunas viviendas de los tarahumaras, construídas en las laderas y las partes planas de las montañas.

Gracias a una invitación del propietario del Hotel El Paraíso del Oso, donde nos alojamos, tuvimos la oportunidad de presenciar, en la noche, una danza tarahumara de agradecimiento, llamada Yumare, con la cual los habitantes de la población de Cerocahui, agradecían al Creador por 25 años de servicio de uno de los sacerdotes; esta danza tiene también como objetivo el pedir algo.

Cerocahui, Paraíso del Oso.

Tradicionalmeme, los hombres y las mujeres que viven en las montañas, realizan sus danzas en forma separada, siguiendo la misma música pero en dos grupos diferentes.

Desde el hotel EI Paraíso del Oso se realizan recorridos a caballo entre bosques de encino y pino, siguiendo en parte el curso del arroyo llamado Piedra de la Tortuga.

Cerocahui con sus alrededores es un ejemplo de la infinidad de alternativas que existen a lo largo del recorrido del tren. El visitante no debe perder la oportunidad de bajarse en las diferentes estaciones, para conocer y convivir con la gente y la naturaleza. No es posible tener una idea amplia de lo que es la Barranca del Cobre, si el visitante no detiene su andar y explora la multitud de posibilidades que existen en esta parte del norte de México.

El Fuerte

Vagones del tren convertidos en viviendas.

Continuando desde Bahuichivo, descendiendo la montaña, se continúa gozando de la magníficencia del paisaje. Montañas escarpadas, ríos que cortan la profundidad de los cañones, casas que a la distancia parecen de juguetes, son visiones que van grabándose a medida que el tren avanza hacia El Fuerte.

Al adentrarse el tren a la zona tropical del estado de Sinaloa la vegetación cambia y su aroma se intensifica. Después de tres horas de recorrido desde Bahuichivo, el tren arriva a El Fuerte, una población muy agradable con alrededor de 30,000 habitantes, que se asienta a un costado del río del mismo nombre. Está rodeada de ranchos dedicados a la agricultura, y el lugar es muy popular para la pesca y la caza deportiva.

El Fuerte.

El Fuerte puede ser punto de partida para quienes realizan el recorrido del tren hacia el este, ya que desde aquí, éste parte hora y media después de su salida de Los Mochis. Considerando que el paisaje por tren no tiene nada especial, entre los Mochis y esta población, la decisión de partir en tren desde El Fuerte es muy conveniente es muchos aspectos.

Hotel Posada El Fuerte.

El Fuerte fue fundado en 1564 y sirvió como un importante centro comercial y misionero durante la mayor parte de la época colonial. Su historia y desarrollo está Iigado a Ias minas de plata de sus alrededores. Una misión franciscana fue construida en 1590 y en 1610 se levantó un fuerte para proteger a los habitantes de los ataques de los indios Mayo, a la vez que para proteger la plaza que era propiedad de la Corona española y que se extraía de las minas locales. El Fuerte fue capital del Estado de Sinaloa desde 1824 a 1826.

Esta población es un importante centro agrícola del estado de Sinaloa, uno de los más ricos de México, lo cual se observa viajando por autobus Ia distancia que separa El Fuerte de Los Mochis, punto final de un maravilloso recorrido por la Barranca del Cobre.

La ciudad de Los Mochis, fundada a principios de este siglo, que se inicia como un centro de producción de azúcar, está localizada a 25 kilómetros del Golfo de California. Los Mochis puede ser punto de entrada y salida de la Barranca del Cobre.

Indiscutiblemente este recorrido hay que realizarlo con tiempo para saborear y deleitarse con este rostro de México, donde la naturaleza se presenta en todo su esplendor y al que sus habitantes tratan de conserver en su estado natural, asegurando esta parte del país como una de los patrimonios más valiosos de México para las futuras generaciones.

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José Chávez Morado una leyenda del muralismo mexicano https://dod.mmediaweb.com/jose-chavez-morado-una-leyenda-del-muralismo-mexicano/ Mon, 22 Apr 2019 20:39:02 +0000 http://dayofthedead.com/?p=3018 Entrevista y fotos por Mary J. Andrade

En septiembre de 1993 entrevisté al Maestro José Chávez Morado en su casa-museo en Guanajuato. El 4 de diciembre del mismo año, la entrevista fue publicada en La Oferta. La conversación que mantuve con él, su sencillez compartiendo sus experiencias, vivencias y añoranza de su esposa la pintora, Olga Costa, permanecen en mí. La obra del maestro está presente en un sinnúmero de museos en México. Considerando los conceptos que él compartió conmigo y el privilegio de haberlo conocido he decidido publicarla nuevamente en estas páginas que recogen artículos de arte, historia y de la tradición y celebración del Día de los Muertos en México.

Maestro José Chávez Morado

A sus 84 años de edad, con su figura erguida, envuelto en la tristeza honda que nace de él, el pintor y muralista José Chávez Morado impone a simple vista. Y no es que él se proponga causar esa impresión, sino que esta se proyecta al abrirnos la puerta de su residencia.

Minutos más tarde esa primera impresión va desvaneciéndose ante su callada amabilidad. Al inicio de la entrevista es él quien interroga y una vez satisfecha su necesidad de saber, cómodamente sentado en su mecedora, vuelve la mirada al pasado. Sus recuerdos van hasta el momento en que siendo un adolescente tomó la decisión de viajar “al norte” en busca de aventura, para terminar trabajando como bracero en los campos de California.

El núcleo del movimiemo muralista mexicano lo forman Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiro y Rufino Tamayo. José Chávez Morado es una de las leyendas vivientes del muralismo mexicano que pertenece al Segundo grupo de pintores que incursionan en él usando su trabajo como una forma de plasmar un mensaje patriótico, dejándolo a la posteridad.

La reconocida pintora Olga Costa.

El Maestro Chávez vive en la ciudad de Guanajuato, afectado por la muerte reciente de su esposa y compañera de toda su vida, la pintora Olga Costa, pasa sus días dedicado a continuar creando obras que son una ratificación de su estilo y técnica implantadas hace mucho tiempo. Entre ellos la integración del mosaico italiano con alto relieve en el diseño de sus obras monumentales. Ejemplo de esta técnica es el edificio de energía atómica en la Ciudad Universitaria.

José Chávez Morado nació en Silao, Guanajuato en 1909 allí estudió la primaria, ya joven trabajó en las oficinas de la compañía de electricidad al igual que en el Express. Luego, el mundo se le hizo chico, tomó el tren y viajó a los EE.UU.

“El Norte”: una experiencia formativa

En esos años no se necesitaba pasaporte para entrar, solo tuve que apuntar mi nombre. Viajé con un amigo, él se regresó a los seis meses, yo me quedé cinco años.

Para un joven de 17 años la decision de “ir al norte”, era como el inicio de una aventura.

Cuando uno es joven no sabe exactamente lo que quiere. Y lo que para mí era una aventura se convirtió en una experiencia que no fue ni buena ni mala. Sí fue pesada. Yo era muy joven y anduve de un lado a otro, estuve tanto en el norte como en el sur dc California. No me gustó vivir en Los Ángeles y me puse a trabajar en el campo ‘piscando’ naranjas y otros productos. Aprendí a podar árboles, fui un bracero…

Sus palabras fluyen rápidamente bajo el calor de los recuerdos de aquella experiencia, todavía fresca en su memoria.

En esa época (1926-1931), en California no había el racismo que ahora existe. Era un lugar muy hermoso. Eso sí el trabajo era duro y escaseaba, allí me agarró la crisis del 29 y 30, sin embargo yo sentía que los mexicanos siempre estábamos en crisis. Recibíamos menos que otros braceros. Por cortar naranjas y llenar un cajón casi tan grande como una mesa, nos pagaban 7 centavos. Teníamos qua sudar tremendamente para ganar entre dos y tres dólares, y con eso no se compraba mucho…

Un contratista mexicano, porque también los mexicanos explotan a sus paisanos, consiguió un contrato de trabajo y tomó dos braceros, yo fui uno de ellos, para asegurarse de contar siempre con nosotros nos dio vivienda en el sótano de su casa.

Con el transcurrir del tiempo ¿cómo ve el Maestro Chávez esos años que pasó en varios lugares de California?

Oleo del Maestro Chávez Morado.

Aquello fue una experiencia formativa, yo era un chamaco cuando me fui y cuando regresé a mi patria ya un hombre qua conocía las cosas positivas y negativas de la vida, que había experimentado la forma de vida de otro país y las injusticias que se cometen en los campos.

– ¿Influyó esa experiencia en su pintura?

No creo. Aunque asistí en Los ángeles a una academia de arte por una corta temporada, el tiempo que pasé en EE.UU. no influyó para nada en mi trabajo.

Durante mi estadía en Los Ángeles decidí asistir a una escuela que en aquella época se llamaba de Americanización. En ese entonces se deseaba que los inmigrantes se nacionalizaran, yo no estaba interesado en eso, lo que quería era aprender inglés. Un día una de las profesoras vio mis dibujos, se los mostró a la directora de la escuela y ella a su vez los llevó a una escuela de arte. Les interesó y me concedieron una beca.

A cambio de sus estudios, el joven Chávez Morado tenía que barrer los salones, de modo que terminaba sus faenas casi a media noche.

El Sistema de enseñanza en el salón en aquella academia era complicado, ya que la modelo estaba al fondo y luego había un hemisciclo que iba subiendo. Los estudiantes que estaban abajo en los primeros lugares podían ver major y el professor los atendía, en cambio los que estábamos arriba no veíamos bien y el maestro nos prestaba poca atención. A eso se  unió las largas horas de trabajo, por lo que terminaba exhausto, ya que yo era un muchacho de brazos débiles, que no estaba acostumbrado a trabajar todo el día, para luego al final de clases, tomar una escoba y barrer los salones. Yo no provenía de una familia de campesinos, la mía era de close media educada, donde axistían libros antiguos que habían pertenecido a mi bisabueIo, a mi abuelo y a mi padre. Desde muy temprana edad yo dibujaba, todavía tengo dibujos del año 25 cuando estuve allá.

Regresa a México

Oleo del Maestro Chávez Morado.

Aquella elapa de la vida del Maestro Chávez Morado terminó en 1931 cuando regresó a la casa de su padre. Él le puso una tienda de abarrotes para que trabajara en su propio negocio, pero como pasaba todo su tiempo dibujando, éste no prosperó y terminó por cerrarlo en menos de un año.

Entonces me fui a México y entré a estudiar en la escuela nocturna de lo que es actualmente la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Tenía que trabajar durante el día y encontré que la caricatura era la forma de ganarme la vida. Paco a poca fui estableciendo conexiones, iba de una oficina pública a otra dibujando caricaturas de los empleados, por ellas me pagaban 1 peso y cincuenta centavos. Así me sostuve por dos años.

Después conocí a personas que trabajaban dando clases de dibujo en Ia Secretaría de Educación Pública y conseguí una clase. Hice dos carreras al mismo tiempo, porque me formé como pintor y a la vez enseñaba. Llegué a ser director y formador de instituciones. Fueron 33 años de ese trabajo en el cual felizmente fui creativo y no me volví burócrata.

Su estilo auténticamente mexicano

El Maestro Chávez Morado perteneció a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), al Taller de Gráfica Popular y al Frente Nacional de Artes Plásticas. Enseñó materias de su especialidad y fue inspector en escuelas en la SEP y la UNAM; dirigió la Sección de Enseñanza Plástica del lNBA y fundó y tuvo a su cargo el Taller de Integración Plástica (1950) y la Escuela de Diseño y Artesanías (1962-1966).

Mi pintura no refleja nada de los EE.UU. Cuando me inicié era la época en la que influían en los jóvenes artistas los murales que habían pintado años antes Diego, Orozco, Siqueiros y otros. De modo que para mí, lo que encontré fue un México que yo no conocía.

Nuestra capital en la década de los treinta era una ciudad muy bella, su cielo era azul y limpio y existía una gran seguridad en sus calles, incluso los pobres podían comer. Ahora todo ha cambiado.

Placa que aparece a la entrada del Museo

Aunque estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, el Maestro José Chávez Morado se considera un autodidacta, como pintor y grabador. Entre sus trabajos destacan: “La tragedia de las cinco de la tarde”, “Los Tragaquintos”, “Los hambreadores” y otros que siguen la escuela de Posada. Algunos de sus óleos recogen escenas callejeras que fueron parte de la Ciudad de México entre 1938 y 1945: “El Tragafuegos”, “Los vendedores de piñatas”, “Toritos”, “Danzantes y Procesiones”, son algunos de sus cuadros.

Cuando empecé no habían galerías, los pintores vendían en sus casas. El único que tenía clientela porque era conocido internacionalmente era Diego. Después se abrió una que todavía existe, que se llama Galería de Arte Moderno que abrió caminos a muchos artistas. Aunque yo era un principiante recibían mis dibujos.

Me casé con una gran artista que acaba de morir, se Ilamaba Olga Costa. El museo que está al frente lleva su nombre y el mío.

El Maestro hace referencia a la torre y sus pertenencias artesanales y artísticas que la pareja donó al pueblo de Guanajuato, en abril dc este año.

Dicha torre, una construcción de las que llamaban Torres de Noria, originalmente tenía como función pinncipal la de captar agua de los arroyos, para elevarla con malacate y conducirla por medio de acueductos a los patios de beneficio donde se molía el mineral con plata. La ex-hacienda de Guadalupe donde está la torre, hoy Museo Olga Acosta y José Chávez Morado, inició labores en el siglo XVIII, las que se suspendieron a partir de la Guerra de la Independencia.

Fue adquirida, restaurada y adaptada para ser hogar y taller por el matrimonio, agregándole habitaciones y haciéndole un nuevo jardín.

Olga y yo nos auto-formamos. No tuvimos profesores importantes, lo que veíamos nos inspiraba. Además, en ese tiempo había una corriente muy importante que ahora se niega: que es la observación de lo que uno ve alrededor, ya sea las costumbres, la gente, la belleza de los mexicanos.

A

El Maestro Chávez Morado toma un descanso

ntes de esa época el arte mexicano sobre todo de finales del siglo XIX, al igual que en otras partes, era may afrancesado. Fueron los artistas de las décadas de veinte y treintas los que rompieron esta dominación de un arte que era bueno, pero no era nuestro. Era una manera distinta y esa fue mi formación: la observación de lo que ocurría a mi alrededor, plasmándolo en el lienzo.

No podemos hablar de nacionalismo, pero sí de un arte de México. Es un estilo que incluso creó interés en otros países, el Modernismo Mexicano fue la influencia que tuvieron los norteamericanos durante la crisis del 30, cuando Roosevelt dio trabajo a los artistas porque no tenían que comer.

Esa crisis fue tremenda, no me tocó, pero vi maestros de universidades en las calles de Los Ángeles, con un letrero que decía ‘Soy professor universitario, cómpreme una manzana.

Parece que la historia se repite que el Maestro Chávez Morado está describiendo escenas actuales. La recesión económica en los EE.UU. ha llevado a muchos desamparados a pararse en las esquinas de las grandes ciudades con un cartel que dice: “Busco trabajo a cambio de un plato de comida”.

Durante los años que Olga y yo vivimos en la Ciudad de México nos dedicamos también a viajar, fuimos a Asia, Europa, al mismo tiempo que exponíamos nuestros trabajos en muchos lados.

Obras monumentales

En la obra del Maestro Chávez Morado constan también los paisajes urbanos y campestres y excelentes retratos, en especial su autoretrato. Sin embargo, se especializó en realizaciones monumentales, que él no los llama murales porque algunas veces no están sobre muros.

Pocos días antes de esta entrevista él acababa de hacer una marquersina, que pesa alrededor de 13 toneladas, en bronce de ocho colores. Los trabajos no son hechos por él completamente, ya que se trata de una labor de equipo, siendo él quien diseña y contando con el apoyo de ayudantes que hacen el relieve, junto con los fundidores. Para el Maestro Chávez Morado sus obras son como “un teatro sin cortinas”. Su trabajo ha llegado a un punto donde el mural deja de ser pintura y se convierte en escultura, combinando una técnica de alto relieve y acabado.

“El niño muerto” óleo de Olga Costa.

Ni Olga ni yo conocimos América del Sur, excepto Perú donde estuve una vez invitado a un Congreso de Artesanos, en mi calidad Vice-presidente para América Látina del Consejo Mundial de las Artesanías dependientes de la Unesco. No viajé los países sudamericanos por el militarismo feroz que existía y que todavía se hace sentir, aunque ha aflojado bastante. Lo siento que nos privamos de conocer esa región puesto que son países muy bellos con un idioma y raza común con nosotros los mexicanos.

El Maestro Chávez ha realizado mas de 20 obras monumentales, decorando edificios públicos y privados. Entre sus obras más importantes están las siguientes: 3 tableros en el Centro Escolar Hidalgo, en la Colonia Santa Julia; los murales del cubo en la escalera de honor de la Alhóndiga de Granaditas, con el tema “La Liberación de la Independencia”; los murales en mosaico de vidrio veneciano en la Facultad e Instituto de Ciencias de la Ciudad Universitaria, especialmente “El regreso de Quetzalcóatl”; los relieves del Centro Médico del IMSS; el cancel de bronce de la galería “La lucha del pueblo mexicano por su libertad”, en el Bosque de Chapultepec; la fachada en mosaico de piedra y vidrio de los laboratorios Ciba, en la Ciudad de México; la fachada de la Escuela Normal de Jalisco en piedras policromas, y el cancel de bronce del monument a Juárez, ambos en Guadalajara; y la columna que soporta la techedumbre del patio del Museo Nacional de Antropología.

Tengo una larga carrera de muralista, lo mismo pintando que haciendo mosaicos, en los que utilizo elementos de bronce, a la vez que pinto caballetes.

Se radica en su estado natal

El matrimonio Chávez Morado se establece en Guanajuato a finales de los sesenta. El maestro dirigió por diez años el Museo de la Alhóndiga de Granaditas, al cual convirtió en un importante centro de material arqueológico, histórico, artesanal, pictórico, escultórico y fotográfico.

Olga y yo vivimos muy bien, hicimos mucha obra. Teníamos una casa muy hermosa en Coyoacán, que es una región may bella del sur de la Ciudad de México, pero me cansé de estar allí.

Vista más amplia de uno de los murales pintados por el Maestro Chávez Morado.

Fui llamado para pintar los murales en el Museo de Antropología de la Alhóndiga dc Granaditas, un lugar que para nosotros es un santuario. Tardé dos años haciéndolos. Los de la escalera principal los llevé a cabo en el one 55, los segundo los realicé en el 66. Fui director de ese museo cuando todavía no lo era. Trabajé en la dirección sin dejar de pintar.

Fueron diez años de una labor de investigación, ya que para hacer museos hay que buscar calecciones. Cuando encontré la Alhóndiga estaba vacío, había sido cárcel desde Ia época de Maximiliano. Por diez años busqué fotografías, documentos, libros; organicé todo a la vez. Creo que el artista puede expresarse en otras maneras también y el hacer museo es una forma de expresión artística. Mi exposa y yo, con la ayuda de un gobernador amigo mío fundamos también el Museo del Pueblo de Guanajuato.

Cuando recién me case traje a Olga a conocer Guanajuato, en ese entonces el estado pasaba por una crisis tremenda, ya que lo único que sostenía la economía era la minería, existiendo en ese entonces un conflicto porque se habta formado el Sindicato de Mineros. Los dueños de las minas eran norteamericanos que ya casi no las trabajaban terminando por dejarlas abandonadas. Era tan pobre Guanajuato qua se padía comprar una casa en la plaza principal por diez mil pesos. Cuando vine en el 55 ya no era así, pero seguía siendo una ciudad pobre, el turismo no existía.

La pena que siente por la pérdida de su esposa se ha manifestado varias veces durante esta entrevista.

Hermosa vista de Guanajuato

La vida fue buena conmigo, lo único que ha sido duro para mí es la muerte de mi compañera. Estuvimos casados desde el 35 hasta febrero de este año. Ella fue una gran pintora, su obra es considerada como tal, ambos recibimos el Premio Nacional de Artes, que es el mayor que se le puede dar a un nacional.

El Maestro Chávez resumió en dos horas casi toda una vida, habló de sus sueños, porque cada obra nace de una idea que se alimenta con amor, con la ilusión de verla terminada. Para él fueron sueños hechos con la mente, con el corazón y con sus manos así lo expresa en silencio pero emotivamente a través de sus gestos.

Una vida fructífera

– ¿Cómo resume estas seis décadas de su vida dedicada al arte?

Fructíferas. Tuve la oportunidad de tener el don de poder dibujar y reproducir lo que veo e imagino. Tuve además el don de tener una compañera que me apayó. Nuestros caminos se encantraron y los recorrimos juntos, gocé de su compañía. En mi mente sigue grabada su beIleza, porque fue una de las mujeres más bellas que he conocido y al irse ella siento que la vida se acabó…

Una parte de la vida del Maestro Chávez Morado ha terminado al fallecer su esposa, sin embargo la proyección e importancia de su trabajo junto con el de su esposa crece y seguirá creciendo con el tiempo. El trabajo de ambos es un legado que pertenece a todos y muestra de ello es la donación del Museo Olga Costa y José Chávez Morado, hecha al Gobierno del Estado de Guanajuato. Por su valor incalculable, ha contribuido a aumentar considerablememe el patrimonio cultural de ese estado.

Actualmente el curriculum del Maestro Chávez se encuentra en manos del Director de Bellas Artes de México, quien lo está estudiando para presentarlo a la OEA como candidato para el premio Gabriela Mistral.

Medalla al Mérito Ciudadano

Reiniciando su labor. Muralista José Chávez Morado

Al cierre de esta edición recibimos una llamada telefónica del Lic. Desmond O’shaughnessy, de la Oficina de Turismo de Guanajuato, comunicándonos que por iniciativa de la Cámara de Diputados de Estado, el 15 de este mes, en una sesión solemne se hará la entrega por primera vez, de la Medalla al Mérito Ciudadano “Miguel Hidalgo y Costilla”, a 12 hombres y mujeres ilustres del estado. Entre ellos recibirá el galardón el Maestro José Chávez Morado y como homenaje póstumo el muralista Diego Rivera y la pintora Olga Costa, entre otros.

La entrega de esta presea es una distinción que Guanajuato hace a sus ciudadanos que en diferentes campos del saber se han destacado y han recibido a nivel nacinal e internacional el reconocimiento que su obra merece. Se honra así, una vez más, a quienes de una manera u otra han establecido, con su dedicación y creatividad, una imagen de permanente superación intelectual, del estado y del país.

El reconocimiento internacional del Maestro Jose Chávez Morado y de su esposa Olga Costa tuvo lugar hace muchos años, prueba de ello son sus múltiples exposiciones en países extranjeros, así como la serie de libros que sobre sus trabajos han sido publicados. Él seguirá siendo objeto de homenajes de quienes admiran y reconocen su valor como una de las leyendas vivientes del muralismo mexicano, mientras en su nativo Guanajuato él continúa creando, acompañado del recuerdo y la añoranza de la que fue su compañera por 58 años.

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